Un proyecto de investigación del Instituto de Bellas Artes de la Universidad de la República se abrió camino en el área comercial.
El proyecto explora y utiliza el universo de formas y dibujos de la cultura indígena, y las reproduce a nivel comercial en la industria textil y cerámica, buscando a la vez que crear un diseño original, establecer una identidad regional. Como socios ya tienen a Manos del Uruguay y la fábrica Olmos.
Con el profesor Carlos Diconca, responsable del proyecto «Tipos Indígenas».
Entrevista emitida el viernes 24/04/09 en Producción Nacional — 1410 AM LIBRE
Desde el año 2006 un grupo de antropólogos, arqueólogos y diseñadores de la Universidad de la República están trabajando en un proyecto que busca acercar el arte precolombino autóctono a la industria nacional. Este proyecto se llama “Tipos Indígenas” y se plantea llevar diseños que fueron realizados por pueblos indígenas que habitaban estas tierras antes de la llegada de los españoles, a la producción industrial. La idea fue presentada a la Comisión Sectorial de Investigación Científica (CSIC) de la Universidad, la que financió los primeros pasos de este emprendimiento.
Desde el año pasado ya se está trabajando con Olmos —empresa que hace cerámicas—, y con Manos del Uruguay, y la idea es llevar estos diseños a la vestimenta y a la cerámica de revestimiento. Además, se está buscando que estos dibujos indígenas puedan crear una suerte de identidad regional o incluso, una marca.
El licenciado en Artes Plásticas y Visuales Carlos Diconca, responsable de Tipos Indígenas y docente de la Licenciatura de Diseño Gráfico en el Instituto Bellas Artes explica en la siguiente entrevista en qué consiste el proyecto.
Alejandro Landoni — ¿Cómo surge esta idea?
Carlos Diconca — En realidad, este proyecto tiene un origen que es interesante plantearlo. Desde el año 2003 a 2005 la licenciatura de Diseño Gráfico de Bellas Artes tuvo un proceso de gestación y en el año 2003 comenzamos a trabajar en investigaciones vinculadas a lo tipográfico. En ese momento había un proyecto que estaba vinculando la Arqueología con Bellas Artes desde un punto de vista de apoyatura en la parte digital (documentación, procesamiento de datos, etcétera), y esa base de datos nos sirvió para trasladarla al espacio educativo y proyectamos como antecedentes, justamente esas marcas a nivel de cerámicas.
Esencialmente, en ese momento lo que había registrado era una cantidad de información que vinculaba grafismos decorados, o sea, ornamentaciones en cerámica. Fundamentalmente, restos, no vasijas enteras, sino tiestos (lo que se llama fragmentos cerámicos). Esos fragmentos cerámicos tienen una cantidad de información que desde el ámbito de la Arqueología, se estima que implicarían marcas o un sentido de pertenencia, un sentido de localidad o de identidad particular para cada grupo.
A.L. — ¿De qué época estamos hablando?
C.D. — Cerámicas, básicamente de 2.000 o 2.500 años atrás. Los estimativos que hay con respecto a los fechados varían.
A.L. — ¿Cómo se les ocurrió hacer la conexión con la industria en sí misma; en este caso, con Olmos y Manos del Uruguay?
C.D. — En realidad, como le comentaba en un principio la proyección que tuvo en un principio fue tratar de generar alfabetos digitales (fuentes alfabéticas), para poder usarlas en cualquier software digital (cualquier procesador de texto), y eso implicó que a nivel de diseño se estableció la hipótesis de que si se podía usar ese material, esa información, para generar alfabetos digitales por la característica que son módulos, —nuestro alfabeto occidental esencialmente son arquitecturas modulares—; también se podía hacer una traducción de eso a lo industrial. Tratar de aplicarlo directamente o a través de un proceso de diseño. Eso fue lo que se llevó adelante y se hizo una propuesta primaria con ejemplos desde la virtualidad. Es decir, trabajar con software y ver que eso podía tener una potencial aplicación y de esa manera convencimos en principio a la gente de Olmos.
A.L. — ¿Fue una estrategia específica primero para Olmos y luego para Manos del Uruguay?
C.D. — No, fuimos directo a estas dos empresas. Creo que el emprendimiento era bastante claro como para que ellos asociaran. Una de las características de esta modalidad de financiamiento de la Universidad es que es totalmente de la Universidad, entonces eso fue lo que ayudó a que estas dos grandes empresas se asociaran.
De hecho, también el emprendimiento implicó llegar a fases de prototipos (y es en lo que estamos en esta última etapa), porque eso es uno de los objetivos centrales. Usted mencionaba al principio que esto podría llegar a implicar un concepto nuevo. Tratar de incorporar elementos de la prehistoria, es decir, antecedentes que existieron antes de la conquista y, tratar de traerlos al hoy implicándolos en una resignificación más que resemantización. Al principio cuando llamamos a los arqueólogos ellos no entendían muy bien cuál era nuestro objetivo concreto. No entendían claramente cómo un producto que para ellos es un objeto de estudio científico, se podía traducir a una producción industrial.
A.L. — ¿Y cómo se hace eso? Uno ve un dibujo y piensa que lo van a copiar en una prenda de vestir o en una cerámica.
C.D. — Bueno, pero en el caso de la estructura textil (la urdiembre), tiene módulos. La estructura que genera eso es modular, entonces la aplicabilidad que esto puede tener a nivel de prendas es esencialmente lo mismo: es traducir cosas para que se produzca básicamente lo mismo. Otra característica de los diseños o de las ornamentaciones que tiene nuestra prehistoria es que esencialmente el repertorio de formas es geométrico-abstracto y eso justamente se presta para que pueda ser fácilmente reproducible en la parte textil.
En lo que tiene que ver con Olmos se puede hacer cualquier cosa, porque los mecanismos son a través de serigrafías; hay una cadena de producción, pero la traducción de un original al proceso de producción es a través de la fotografía. Entonces, ahí se puede copiar literalmente o de lo contrario se puede, por un proceso previo (por software o por un programa de diseño), establecer alguna síntesis o algún grado de efecto que pueda variar o que pueda modificar y resignificar ese diseño.
A.L. — En el caso que ésto se lleve a la parte comercial, porque ahora están en la etapa del prototipo, ¿de quién son los derechos? ¿Cómo se reparten las ganancias?
C.D. — La modalidad de este proyecto implica que la industria se vea beneficiada. Ese es el objetivo de CSIC en esta modalidad, lo que incentiva es que haya una investigación y a través de ese proceso haya una traducción económica para la empresa que se asocia. De hecho, la asociación también implicó, sobre todo para el caso de Olmos, un 2008 en el cual hicimos procesos muy extensos en cuanto a pruebas y eso obviamente implico costos. En el caso de Manos del Uruguay tienen otros procesos más optimizados o de repente la investigación ya era un poco más puntual, entonces no requirió tanto tiempo.
A.L. — ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué la Universidad no va a ganar nada cuando eso se venda?
C.D. — No, en este proyecto la modalidad es que la Universidad lo financia y los derechos son de la Universidad. Hay derechos de autor que implica a los responsables de este proyecto. Por un lado trabajaron arqueólogos, que fueron asociados al emprendimiento, y un equipo de trabajo de docentes de la Escuela de Bellas Artes. La idea es que próximamente se genere un convenio, y si se siguen generando este tipo de proyectos y habría que reestructurar la base del acuerdo en ese momento.
A.L. — Mañana comienzan una serie de talleres en el departamento de Soriano —en cuatro localidades— que tiene otro público objetivo que son los artesanos. Esto se hizo con una financiación del Ministerio de Educación y Cultura, los Fondos Concursables. ¿Por qué Soriano? ¿Es donde hay más dibujos de este tipo?
C.D. — No, nosotros en realidad en este otro proyecto que es de Arqueología y Diseño, para jóvenes emprendedores que están vinculados a la artesanía o tienen la intención de proyectarse en ese espacio contamos con la Dra. María Farías -que es uno de los arqueólogos que estuvo trabajando en el proyecto “Tipos Indígenas”-. Ella ya tiene unos cuantos años de desarrollo de investigaciones en esa región y nos parecía que lo ideal sería buscar un espacio en el cual algunos de esos diseños que nosotros veníamos registrando, pudieran ser traducidos para gente que esté viviendo en el mismo lugar donde esos diseños surgieron.
A.L. — ¿Hay una cultura de cuidado de los dibujos rupestres, los hallazgos de cosas prehistóricas, de elementos prehistóricos en nuestro país?
C.D. — Cada vez que comento que existen registros o sitios en los cuales hay excavaciones donde se saca material que tienen esta data, mucha gente queda sorprendida. Inclusive para el taller que usted mencionaba hice una serie de ampliaciones y el muchacho que estaba en la impresora donde estaba registrando eso se quedó con los ojos abiertos.
En realidad, no tenemos una cultura que eduque en este sentido.De cualquier manera, creo que en los nuevos programas de ANEP está incluido el tema de la prehistoria curricularmente y eso también nos abrió un camino interesante porque estamos trabajando en otro proyecto, también financiado por el MEC, que tiene que ver con generar una información, una estructura a través de un CD interactivo en el que aprovechamos la base de datos tanto de pinturas rupestres, petroglifos, etcétera. Es decir, una cantidad de material para generar un producto que lo que haga sea tratar de que los niños (básicamente en Primaria), tengan acceso a esa información.
A.L. — En los próximos días empiezan talleres en: Dolores, Cardona, Villa Soriano y también Mercedes, dentro de este proyecto particular que se llama “Arqueología, Diseño y Desarrollo Sustentable en Soriano”. ¿Qué nos puede contar de esto?
C.D. — Los talleres serán durante el mes de mayo. Se van a dictar los sábados y nuclean a gente que están en el entorno de Mercedes, ciudades o pueblos que por lo que vimos tienen potencialmente artesanos o gente que trabaja, ya sea en la guasquería, en la cerámica o en la madera, y que podría proveerse o nutrirse de estos diseños, pero fundamentalmente de un mecanismo que es el que veníamos aplicando con Olmos y con Manos del Uruguay.Este trabajo va a ser una traducción que va a implicar un proceso manual.
A.L. — Es para menores de 29 años.
C.D. — Sí, en las bases está planteado así y también hay un porcentaje en el que se admite gente mayor. Estos son los requisitos de la inscripción. Tenemos entendido que hubo mucha gente que quiso anotarse y excedía ese límite de edad pero igual realizó la inscripción.
A.L. — ¿A cuánta gente quieren formar?
C.D. — En este taller preveíamos un cupo de 35 o 40 estudiantes o inscriptos, y creo que lo pasamos. La intención de este proyecto es generar oportunidades a través de gente que tiene una tradición familiar en artesanía y que puede aplicar esto en un futuro emprendimiento propio.