«Primera vez que hay acuerdo tripartito en una política sectorial»

0
2093

Elbio Fuscaldo, presidente de la Cámara de la Vestimenta, anunció el consenso logrado entre gobierno, empresarios y trabajadores en un proyecto de ley que viabilice la industria.

La industria de la vestimenta uruguaya está viviendo una situación tan crítica que algunos empresarios del sector temen que la misma llegue a desaparecer en los próximos años.

 

Según los registros del BPS, el sector Vestimenta emplea en este momento a unas 5.000 personas y según datos de la Cámara de Industrias, la balanza comercial es absolutamente negativa. En los primeros seis meses del año, Uruguay exportó prendas por US$ 28 millones. Tuvo un pequeño incremento respecto al año 2007 (un 2%), pero las importaciones fueron por más de US$ 64:500.000 lo que representó un incremento del 40% con respecto al año 2007.

 

Es decir que mientras las exportaciones subieron levemente, las importaciones se dispararon.

 

Esta es una de las preocupaciones de los empresarios del sector y también de los trabajadores (nucleados en el Sindicato Único de la Aguja), como también la informalidad, la cotización del dólar y la evasión de las empresas importadoras.

 

Elbio Fuscaldo, presidente de la Cámara Industrial de la Vestimenta y presidente de la Comisión de Comercio Exterior de la Cámara de Industrias explicó en Producción Nacional la realidad del sector y anunció el consenso logrado entre gobierno, empresarios y trabajadores en un proyecto de ley que viabilice la industria.

Alejandro Landoni — Quisiera que explicara cómo está compuesto este sector; cuántas empresas hay y cuáles son los principales productos que se hacen para el mercado interno y para la exportación. 

Elbio Fuscaldo — Lo primero que quisiera aclarar es que normalmente cuando se habla de Textiles, se habla de Textiles y Vestimenta, e incluso los diarios muchas veces hablan de vestimenta y sacan fotos de máquinas de textiles y cuando hablan de Textiles ponen fotos de gente cosiendo.En realidad son dos actividades que forman parte de la misma cadena pero no son estructuralmente lo mismo. 

A.L. — ¿Cómo se dividen? 

E.F. — Una es la que fabrica los tejidos y las telas, y la otracon esos tejidos, telas o con los hilados fabrica prendas de vestir terminadas. Esa es la verdadera definición.Mientras que la primera es intensiva en capital, la segunda es intensiva en mano de obra, trabajo.Esa es la gran división por la cual sus particularidades y fundamentalmente sus problemáticas son distintas.Acá, muchas veces se mezcla la problemática textil con la problemática de la confección, y realmente son diferentes.

Uno de los temas centrales de la problemática de la confección es la competencia de las importaciones provenientes básicamente de Oriente, no tanto de la región, y el tema principal no pasa tanto por la productividad, que sí ayuda, sino que pasa porque el modelo fiscal de Uruguay ha ido evolucionando a lo largo del siglo pasado desde un método de recaudación a través de las Aduanas -que era la principal fuente de ingresos- al consumo y el trabajo en los últimos años.A medida que caía la recaudación en la Aduana, los gobiernos iban tratando de encontrar fuentes de recaudación dentro de la interna, y eso hace que se “encarezca” de alguna manera la mano de obra. 

A.L. — Por eso usted decía que son intensivos en mano de obra.

E.F. — Por eso somos tan sensibles a los impuestos y fundamentalmente a la competencia con el exterior, que no sólo es un problema de competencia para las exportaciones, sino también para el mercado interno, cuando se abarata el de afuera, nos entran mayor cantidad de productos.

Por eso los equilibrios; usted hablaba del dólar; a mí no me gusta hablar del dólar, me parece más razonable y fundamentalmente me parece que nos orienta mejor a todos hablar de los equilibrios macroeconómicos, en los cuales hay cuatro patas básicas de las cuales sólo una de las cuatro patas es el tipo de cambio; la tasa de interés de referencia que hace el Banco Central es la otra pata importante; el gasto público y la emisión.O sea que cuando aumenta el gasto público hay dos caminos: o aumenta la emisión o aumenta el endeudamiento.

Al aumentar el endeudamiento, aumenta la tasa de interés; cuando aumenta la tasa de interés vienen capitales de afuera a colocarse porque la tasa de interés es atractiva, entonces vienen con dólares que los venden (o el país toma dólares, que es lo mismo) y se vuelcan a la plaza, con lo cual baja el tipo de cambio.Entonces, la baja del tipo de cambio no es la falta de competitividad, es “el final de la rosca”. 

A.L. — En estas cuatro variables: el tipo de cambio, el gasto público, la tasa de interés y la emisión, ¿cómo está Uruguay? 

E.F. — Creo que Uruguay tiene una tasa de interés excesivamente alta. Hoy la tasa de interés anda por el 9% y todos sabemos que la tasa de interés en Estados Unidos es del 0,5%, con lo cual hay una brecha importantísima.Eso lo que genera es el ingreso de divisas para hacer negocios financieros, cosas que han limitado. Muchas veces se usa como ejemplo Chile; hoy la tasa de interés en Chile es igual que la tasa de interés en Estados Unidos, es del 0,5%.

Es decir que estamos muy lejos de una tasa de interés razonable de mercado, por llamarlo de alguna manera. Cuando nos desalineamos de la tasa de interés de mercado, terminamos desalineándonos en el tipo de cambio, esa es la consecuencia.Eso a su vez tiene otros efectos: abarata las importaciones, encarece las exportaciones, pero normalmente se protesta o se queja la gente o los empresarios del tipo de cambio.Yo creo que no es sólo el tipo de cambio; es que hay que mantener los equilibrios macro. 

A.L. — Le preguntaba cómo es la realidad del sector en cuanto a cantidad de empresas; principales productos… 

E.F. — Son unas 76 empresas registradas que son exportadoras. El número de empresas para el mercado interno es casi ignoto porque alguna de ellas forma parte de la cadena marginal. 

A.L. — Son un montón. 

E.F. — No todas exportan mucho, pero casi todas exportan algo.Hay tres grandes destinos: México, Argentina y Brasil. Argentina es el principal destino por una razón de cercanía, rapidez de entrega, etcétera.

En general, lo que ha pasado en el mundo es que los compradores se proveen en dos lugares: en Oriente por la oferta cuando hacen cosas masivas, o en países cercanos en la periferia del centro de consumo. En la periferia del centro de consumo de Buenos Aires, está Montevideo. 

A.L. — Así se explica porqué es el principal destino de las exportaciones. 

E.F. — Si, a pesar de las trabas como las licencias previas, a pesar de todos los pesares, sigue siendo un lugar de referencia. 

A.L. — El gobierno ha aplicado algunas medidas de apoyo especiales para el sector; algunas rigen hace un par de años y vencen el año que viene, y después se duplicó la devolución de impuestos a las exportaciones que estaban en 2% y pasó al 4%. 

E.F. — Sí, correcto. Esto forma parte de todo un proceso. La Vestimenta recibió un subsidio de unos US$ 6 millones a ejecutar en 2007, 2008, 2009 y se termina efectivamente este fin de año. Pero los subsidios no pueden ser eternos. Los subsidios en realidad son un puente entre dos situaciones: la situación inicial donde está el problema y una situación final deseada que es: o cierro la actividad porque no me interesa o porque creo que es inviable para el Uruguay o hago que la estructura del negocio funcione bien y que funcione básicamente por sí misma, o le pongo algún tipo de compensación para neutralizar un efecto indeseado que generé por el lado de los impuestos o por el lado que uno entienda que debe desarrollar una industria.

En el caso particular de este subsidio ya vamos por el tercer año, pero durante estos años no nos sentamos a no hacer nada, lo que hicimos fue empezar a trabajar en cómo remodelar el sector y para esto se trabajó con el liderazgo de la División de Industrias en un nuevo formato de la Industria de la Confección. Eso se hizo trabajando conjuntamente en forma tripartita con los trabajadores (el SUA); con la Dirección de Industrias; con el Ministerio de Trabajo y con la Cámara de la Vestimenta y el PIU (Punto Industrial Uruguayo). 

A.L. — ¿Estos avances se podrían cristalizar en un proyecto de ley o en alguna iniciativa que hayan consensuado?

E.F. — Si, esto termina en un proyecto de ley que ya a esta altura está consensuado entre los cuatro actores principales que anteriormente mencioné. Creo que fue la última firma del ministro Daniel Martínez antes de dejar el cargo. 

A.L. — ¿Cuál es el aspecto sustancial de este acuerdo que se ha consensuado? 

E.F. — Conceptualmente, lo importante, según mi modesta opinión, es que sería la primera vez que hay un acuerdo tripartito: gobierno, trabajadores y empresarios, en una política sectorial, lo cual primero no es fácil y segundo no es poco.No es fácil porque requiere mucha paciencia y mucho trabajo de todos; reuniones que originalmente pensaban ser cuatro, como dijo el director de Industria y terminamos luego de casi un año (se va a cumplir un año a mediados de setiembre), pero tenemos la tranquilidad que hicimos las cosas lo mejor posible.

Seguramente no todos pudimos poner 100% nuestro punto de vista, pero tiene la fuerza del consenso, tanto para el diagnóstico como en las medidas para corregir los males estructurales. 

A.L. — ¿Y qué medidas se podrían anunciar? 

E.F. — Anunciar ninguna, eso lo tendría que anunciar el Poder Ejecutivo y ni siquiera es eso; debería — como intenta ser un proyecto de ley —, salir del Parlamento. Lo que sí sé es que el Poder Ejecutivo o por lo menos el Ministerio de Industria y los trabajadores y los empresarios, le han dado un carácter de urgencia importante porque la situación lo amerita así.

A.L. — El 10 de agosto de este año nuestro invitado hizo declaraciones al matutino “El País” y dijo: “El Mercosur vive una promiscuidad comercial en la cual nosotros le abrimos la puerta a cualquiera a cambio de nada o de poco. Este tipo de virginidad en este Mercosur prostibulario es difícil de mantener”.En los últimos años las exportaciones de las vestimentas uruguayas que antes iban a Estados Unidos y a México se concentraron en Argentina y en Brasil; socios de este “Mercosur prostibulario”.

¿A qué se refería concretamente? 

E.F. — El Mercosur apuntaba a una dirección bastante distinta y hay mil publicaciones, no lo digo sólo yo, lo han dicho políticos, empresarios, que no están conformes con el resultado del Mercosur, que se esperaba que fuera un mercado único que funcionara en forma muy eficiente.La realidad muestra que nosotros tenemos una política comercial y de apertura muy diferente a la de Argentina y de Brasil. Argentina creo que llevó la protección a límites poco usuales; Brasil claramente tiene un sistema de protección estratégico, sabe muy bien qué protege, cuánto protege, cómo y porqué lo protege. Uruguay en ese sentido ha sido aperturista a ultranza. Eso nos genera poca moneda de cambio a la hora de negociar algo y la concentración se produce en el Mercosur usualmente cuando no podemos entrar a otro mercado por un problema de competitividad.

Para explicar cómo habían caído las exportaciones a México, es porque México devaluó su moneda en forma importante en los últimos años. El peso mexicano estaba a diez y hoy está a trece; ese 35% hace que las obligaciones mexicanas se abaraten. Eso lo hizo acompañando a su socio comercial, básicamente Estados Unidos, que también de alguna manera vino depreciando su moneda. Uruguay no acompañó esa pérdida de competitividad por tipo de cambio y eso generó pérdida de posición en el mercado.

Curiosamente la pérdida de competitividad, que fue exactamente un 13% en el último período, es exactamente el porcentaje de la caída de las exportaciones con México.Brasil pasó de 2.20 a 1.80 y de 2.30 a 1.80; pasamos a tener ventaja nosotros y cualquiera que le venda a Brasil, pero como nosotros estamos al lado y tenemos respuesta más rápida, y fundamentalmente tenemos un acceso privilegiado a cero, que es lo mismo que nos pasa en Argentina.

Esa ventaja es lo que nos obliga a concentrarnos en los mercados cercanos, porque a partir de 2005 se perdió la protección que implicaban las cuotas del acuerdo Textil-Vestimenta de la OMC (Organización Mundial del Comercio).

A partir de enero de 2005 cayeron las cuotas, se prorrogaron un poco más, pero eso volcó básicamente a los grandes mercados como Europa y Estados Unidos a salir en forma masiva a comprar en Oriente, lo cual explica parte del crecimiento exponencial que tuvo Oriente en este negocio a partir del año 1998, ha venido subiendo notablemente la producción y bajando en forma muy importante los precios promedios del mercado de Vestimenta.Así como el petróleo ha venido subiendo, los precios de la vestimenta entre 1998 y el 2005-2006 vinieron cayendo en forma sistemática; hoy están estabilizados. 

A.L. — Uno de los temas que se ha conversado en el sector es la trazabilidad de la ropa que viene al país. Estuvimos conversando esta tarde con Jorge Dutruel, que es uno de los integrantes del Sindicato Único de la Aguja, hablamos de Comercio Exterior y nos decía de este acuerdo para la trazabilidad de las prendas que se importan: “Uruguay exporta US$ 50 millones y sin embargo importa US$ 110 millones. Es una situación que hace imposible mantener esa diferencia comercial y nosotros ahí el planteo que hemos tenido como Sindicato es promover una ley de trazabilidad que nos permita saber de dónde viene cada una de las prendas que se venden en plaza — tanto las importadas como las que se producen aquí —, y hemos llegado a un acuerdo con la Cámara de la Vestimenta y pensamos que las prendas que vienen del exterior al igual que las que se producen aquí que estén hechas en condiciones de trabajo decente. Es decir, en aquellos países donde trabajan niños o por ejemplo lo que ocurre en Argentina, donde trabajan en condiciones prácticamente de semi esclavitud; como ha ocurrido con las maquilas donde la gente trabaja 16 horas por día, en esos lugares no se debería de permitir que vendan prendas, y en eso hemos llegado a un acuerdo con la Cámara de la Vestimenta y en eso estamos trabajando”, dijo Dutruel a Producción Nacional.

¿Cómo sería esta trazabilidad para la vestimenta? 

E.F. — La trazabilidad es una forma de identificación a través de un etiquetado — básicamente el mismo etiquetado que tiene Argentina, que tiene Brasil, que tiene México —, en el que uno puede identificar a través de la etiqueta quién es el importador; si la prenda pagó los impuestos que tenía que pagar; si fue importada en forma normal, y que sería el primer filtro.

Esto es un complemento de la información adicional a la información que tiene hoy la etiqueta normal de vestimenta, que tiene el contenido de fibra, la forma de lavado, etc.Tendría que identificar muy bien quién fue el fabricante o el importador de la prenda, para tratar por esta vía de formalizar todo el trabajo que hay en el Uruguay y blanquear en lo posible toda la parte de importaciones de prendas del exterior.Aquí hay dos aspectos diferentes de lo que Dutruel comentaba: uno son las normas de responsabilidad social, que es la certificación de cumplimiento de los convenidos de la OIT.

Normalmente las empresas de primer nivel en el mundo exigen eso porque si no su competencia los acusa de comprar en lugares en donde no se cumplen las condiciones mínimas de trabajo decente. Eso que Uruguay se cumple y se cumple bien, tenemos casi un cinismo de no exigirlo a quien le compramos. Le compramos a cualquiera y no nos importa si esclavizan a otro. Deberíamos de tener un poco de equilibrio.Este es un tema muy complejo, vamos a seguir trabajando en este tema. Hemos hecho dos etapas con el SUA y la primera etapa es la trazabilidad, o sea, poder identificar una prenda que está en la calle de dónde salió y saber que proviene de un trabajo registrado.

Conceptualmente nosotros compartimos eso, pero nos parecía muy importante que, además de que se haga por miedo o por control, que se haga porque es más negocio hacerlo formal que informal.Usar la economía como motor de la formalización. 

A.L. — Le quiero preguntar por una noticia que se conoció en estos días. La DGI hizo un operativo en 14 empresas importadoras que básicamente traían ropa de China, porque se habían detectado diferencias entre los márgenes de ganancias declarados y los reales. Es decir, no se detectó que hubiesen sub facturado, sino que las empresas decían: “yo con esta ropa voy a ganar un 15%”, y resultaba que estaba ganando un 115% según señalaron fuentes de la DGI.

La DGI re liquidó el IRAE de esta empresas, les sumó las multas y los recargos y les dijo que tenían que tenían que pagar casi US$ 2 millones en re liquidación de impuestos.¿Cómo vive la Cámara esta situación concreta? 

E.F. — Las únicas noticias que tengo del tema son las mismas que salieron en el diario y no tengo información adicional. 

A.L. — ¿No fue la Cámara que hizo un pedido a la DGI para que controlara? 

E.F. — No, hay una cosa que es notoria, que es fácil de comprobar y es que el precio promedio de la vestimenta que se importa de China en Uruguay es sensiblemente más bajo de la que importa Brasil o Argentina. Esto quiere decir que como por economía de escala no se explica, debería explicarse porque somos muchísimo más inteligentes para comprar, cosa que tampoco es muy razonable.  

A.L. — Lo mismo pasa con los zapatos. 

E.F. — Claro. Aquí se puso un impuesto — y supongo que la noticia viene deformada por este lado —; no se puso un impuesto, se generó un adelanto de renta: si compra muy barato, adelanta la renta que va a tener después.Sospecho en función de la noticia porque realmente no sé cómo es; que es probable, es un 8%.Supongo que ese 8% no reflejaba la utilidad final. Es decir, he visto algunos casos de vestimenta a precios muy baratos, casi ridículos en algunos casos, pero cuando llega al mercado no se ve reflejado en el precio final del mercado.Eso es una realidad, y seguramente ha tomado nota la DGI.

Esto no partió de ninguna denuncia, de ninguna gestión de lobby de la Cámara de la Vestimenta, pero es algo muy evidente. 

A.L. — Igual, ¿este tipo de acciones de la DGI favorece a la industria nacional? 

E.F. — No la favorece, en realidad dejan de perjudicar a las otras. Es decir, son dos visiones. Las favorecen si le pongo un sobre precio por arriba de lo normal a la importación, pero si la importación paga acorde a lo que tiene que pagar no estoy protegiendo a la industria, no estoy desprotegiéndola, que conceptualmente no es lo mismo.

En esto importa mucho cómo decimos las cosas. No es tanto lo que decimos, cómo lo decimos para que se entienda de la forma más correcta posible.Acá no estamos hablando de proteccionismo, ni siquiera de protección; estamos hablando de no desproteger que es otra cosa distinta.

No hay comentarios

Dejar respuesta