Con esta primera entrega, el ingeniero Gerardo Agresta comienza un ciclo de columnas en Producción Nacional sobre Innovación e Innovación Tecnológica en Uruguay. Pese a ser un tema descuidado por los medios de comunicación, Agresta se propone dar la relevancia necesaria a un tema clave para mejorar la producción y competitividad de nuestro país en el mercado mundial.
Columna emitida el jueves 07/05/09 en Producción Nacional – 1410 AM LIBRE
Gerardo Agresta – Hay una idea muy general de que la innovación está muy alejada de nuestra vida cotidiana y sobre todo de la producción, entonces la idea de esta columna va a ser tratar de desmitificar eso y mostrar que estos temas están más cerca de nosotros de lo que habitualmente se piensa.
Esto con el objetivo de poder ayudar a las personas que están en la actividad productiva, para que puedan encarar la innovación en su industria, en su empresa, aprovechando una serie de recursos que están a disposición de los empresarios, como por ejemplo subsidios para innovación que ofrece la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), apoyos a las empresas para mejorar la competitividad, como pueden ser los programas Pacpymes o el programa PACC, entre otros instrumentos.
En ese sentido está cambiando bastante Uruguay, y el objetivo central de los que trabajamos en esto es tratar de mejorar el valor agregado a nuestros productos de forma de mejorar el país dentro de nuestras posibilidades. La innovación nosotros la entendemos como una herramienta fundamental para lograr ese incremento del valor agregado.
Alejandro Landoni – ¿Cómo se puede definir la innovación?
G.A. – La innovación la entendemos como la creación o modificación de un producto, método o servicio, agregando valor mediante su incorporación a las actividades humanas: sociales, económicas o culturales. El concepto clave que hay que resaltar es el agregar valor.
Un segundo comentario tiene que ver con que las ideas geniales, los grandes desarrollos o las invenciones no implican por sí mismas innovación, sino que requieren para serlo que sean aplicados y/o utilizados generando valor económico, social o cultural.
A.L. – A veces cuando uno piensa en innovación piensa en hacer un descubrimiento, un invento…
G.A. – El invento puede ser el puntapié inicial, puede ser el arranque de un proceso que nos lleve a generar una innovación, algo que se establezca en el mercado, que sea usado por la gente, por las organizaciones. Eso es lo que nos lleva habitualmente a lo que llamamos innovación radical, que es algo nuevo, un proceso nuevo o un producto nuevo.
Claro que después de la gran idea hay que ver como se industrializa, como se comercializa, como se convence a los usuarios de que lo compren, pero es solo una parte pequeña de lo que es la innovación en el mundo.
Principalmente las innovaciones son las que se denominan innovaciones incrementales, que consisten en introducir mejoras a lo que estamos haciendo, agregando valor. Generando cosas nuevas que nos mejoren, por ejemplo, la efectividad de nuestros productos, que nos mejoren la competitividad porque bajan los costos de producción, ese tipo de cosas.
A.L. – ¿Qué ejemplos se pueden poner?
G.A. – Hay algunos ejemplos clásicos de innovación, por ejemplo el tema de los contenedores para el transporte de carga.
A.L. – Claro, antes se mandaban las cargas por bulto…
G.A. – El tema principal para las empresas navieras era cómo hacer para que los barcos viajaran más rápidos, para que la mercadería llegara antes, dar más servicios y así ganar más dinero.
Se hicieron una serie de innovaciones incrementales, como decíamos hoy, que iban mejorando la velocidad de los barcos, hasta que se pusieron a ver cuánto tiempo el barco estaba viajando y cuánto tiempo estaba parado en tareas de carga y descarga. Se dieron cuenta de que era enorme el tiempo que el barco demoraba entre la carga y la descarga e inventaron el sistema que estandariza los volúmenes, permite usar siempre la misma grúa, etcétera, ganaron un montón de tiempo e hicieron que los barcos viajaran más veces por año transportando carga.
Ese es un ejemplo de innovación tecnológica para mejorar los motores, bajar la presión de los barcos, pero al final termina en un proceso de innovación que tuvo un impacto económico muy fuerte.
A.L. – ¿Qué ejemplos de innovación hay que no generen valor económico?
G.A. – Un ejemplo que tenemos muy cerca es el Plan Ceibal. «Un laptop por niño» puede ser considerado una innovación incremental desde el punto de vista de la apropiación de tecnología por parte de los niños, pero puede significar una innovación radical si es aprovechada desde el punto de vista educativo.
Es probable que tenga un impacto económico en el futuro cuando las nuevas generaciones tengan más formación y puedan afrontar nuevas tareas para su vida personal como para la actividad productiva, pero inicialmente parece que el gran impacto podría ser en cómo se genera una innovación educativa y se aprovecha esa herramienta para generar un valor que es cultural, social. Seguramente valor económico va a tener, pero será más a mediano y largo plazo.
A.L. – ¿Cómo está Uruguay posicionado a nivel de innovación?
G.A. – Muy mal, aunque mejorando.
Existe una encuesta sobre “Innovación en la industria Uruguaya”, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, la Dirección de Innovación Ciencia y Tecnología del MEC (DICYT) y el Programa de Desarrollo Tecnológico, con datos que se refieren al período 2001-2003 y lo que dice es que el 36% de las empresas industriales uruguayas realizaron en ese período alguna actividad de innovación. Esos datos con una definición de innovación relativamente laxa.
A.L. – ¿Eso es mucho o poco?
G.A. – Es muy poco. Son las empresas que en algún momento hizo investigación y desarrollo en algún tema, o contrató la investigación; adquirió bienes de capital destinados a introducir cambios, mejoras y/o innovaciones en productos, procesos, técnicas organizacionales y/o de comercialización; compró hardware o software; tuvo transferencias tecnológicas y consultorías o tuvo capacitación de empleados…
O sea, pensando solamente en las empresas que capacitan a sus empleados, sólo por eso el número debería ser 100%.
…
Gerardo Agresta tiene 40 años, es Ingeniero Electricista y Especialista en Gestión de Tecnologías (títulos obtenidos en la Universidad de la República).
Es director ejecutivo de la Fundación Julio Ricaldoni, una institución creada por la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, que busca promover la innovación tecnológica y el relacionamiento de la Facultad con la sociedad.
También es Asistente Académico del Decano de la Facultad de Ingeniería, integra el Directorio del Centro de Ensayos de Software (Consorcio entre la Cámara Uruguaya de Tecnologías de la Información y la Fundación Julio Ricaldoni) e integra la Comisión Nacional para la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), donde fue designado por el Ministerio de Educación y Cultura.