«De un total de 20.000 trabajadores, hay 15.000 con problemas de formalización»

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Trabajadores de la industria de la vestimenta denuncian en Producción Nacional la grave situación de informalidad que sufre gran parte del sector.

Entrevista a Ricardo Moreira y Zoraida Tabares, del Sindicato Único de la Aguja (SUA) emitida el martes 13/05/2008 en Producción Nacional en  radio 1410 AM LIBRE.

Los trabajadores de la industria de la vestimenta denunciaron en diálogo con Producción Nacional la grave situación de informalidad que sufre gran parte del sector. Reclaman la actualización de la Ley de Trabajo Domiciliario, y la discusión de un proyecto de ley de Unificación de Aportes Sociales, para lograr, por la vía legislativa, la formalización “real y efectiva” del sector.

Alejandro Landoni – La industria de la vestimenta de nuestro país surgió en las décadas de los 30%27 y de los 40%27, fundamentalmente aquí en Montevideo, y se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial. El desarrollo fundamental de esta industria, que fue muy importante realmente para nuestro país, se dio en la década del 70%27, en base a subsidios estatales, tanto en la industria textil como en la industria del cuero.

A pesar de estos importantes apoyos estatales, la industria no se tecnificó ni se diversificó, y tampoco se hizo un proceso constante de búsqueda de nuevos mercados. Según el Sindicato Único de la Aguja (SUA), que han hecho un estudio del cual estoy leyendo un breve resumen, durante esos años de subsidios, los industriales ni los trabajadores se preocuparon tampoco por capacitarse.

Cuando comenzó la década de los 90%27 se aplicó lo que se denominó el país de servicios, y se empezó a desestructurar buena parte del sistema productivo, sostienen los integrantes del SUA. Con la flexibilización laboral comenzaron a cerrar las grandes fábricas -algunas llegaron a tener hasta mil empleados en la década de los 70%27- y también comenzó un proceso de tercerización de la producción en pequeños talleres.

Esto era algo que se venía haciendo desde unos años antes, pero había una Ley de Trabajo Domiciliario que era la que defendía al trabajador. Esa ley marchó, quedó por el camino, y directamente, las que hasta ese momento eran grandes empresas empezaron a contratar trabajadores independientes que trabajaban en su casa a régimen de fazón.

Aunque cambió la forma de trabajo, la producción exportadora en el mismo período se incrementó un poco. Con la crisis, éste fue unos de los sectores que más sufrió, llego a perder prácticamente 8 de cada 10 puestos de trabajo, una cifra que era levemente superior al promedio de las otras ramas de la actividad. De 2002 al 2006 se recuperó bastante, recuperó prácticamente el 90% de la producción, pero el SUA sostiene que esa recuperación no se vio reflejada en las horas trabajadas, ni en el personal ocupado, y mucho menos en los salarios.

La semana pasada vinieron a Producción Nacional los empresarios de la industria de la vestimenta a mostrar su preocupación por la notoria pérdida de competitividad de los últimos meses, y hoy es el turno del SUA.

Tengo el gusto de presentarles a Ricardo Moreira, secretario general, y a Zoraida Tabares, secretaria de finanzas. ¿Cómo están? Encantado de recibirlos.

 

RM – Muchas gracias.

 

AL – ¿Cómo ven la situación en este momento? ¿Hay pérdida de competitividad?

 

RM – Ese pequeño resumen que tú estabas haciendo pertenece a un documento bastante más extenso que presentamos el 10 de julio al Presidente de la República. En aquel momento el Presidente de la República estaba de viaje, y nos atendió quien hoy es canciller, el doctor Gonzalo Fernández, a él le entregamos el documento, y después tuvimos una segunda instancia en la que estuvo presente el doctor Tabaré Vázquez, para conversar precisamente sobre estos temas.

¿Perdió competitividad, aumentó la competitividad? La respuesta depende del cristal con que se mire. Para nosotros la competitividad del sector es algo que venimos sufriendo los trabajadores día a día. Digo esto porque desde hace una buena cantidad de años, la competitividad del sector se lograba exclusivamente en base a la compresión de los salarios, en base a la desregulación del sector.

Es decir, ¿cómo aumento la competitividad de la industria de la vestimenta en los últimos años? Precisamente a través de la tercerización, de la informalidad, de la precarización del trabajo, de los bajos salarios. Eso es en lo que se basan los industriales, fundamentalmente los exportadores, a la hora de mantener competitivo este sector.

Nosotros no compartimos lo que plantean los empresarios a la hora de reclamar al Estado aquellos subsidios que tenían, porque esta es “una industria tomadora de precios”. Ellos un poco auto asumen esa condición, que son tomadores de precios y que no pueden competir a nivel internacional de otra manera. Nosotros no compartimos eso.

Nosotros entendemos que hay fuertes dificultades a la hora de competir con los países asiáticos, obviamente no podemos salir a competir por precios con China, con Taiwán o con la India. Ahora, sí hay sectores de mercado para los niveles de producción que pueda tener el Uruguay. Uruguay, un país pequeño, con una industria de la vestimenta que tiene determinada cantidad de trabajadores, aproximadamente 20.000 trabajadores. Esa producción es fácilmente ubicable o comercializable en determinados nichos de mercado que no aspiran al precio, no importa demasiado el precio, sino que importa la calidad del producto.

 

AL – Debe de haber un pueblo a lo largo y ancho del mundo tratando de competir por ese nicho en particular, ¿no?

 

RM – Si. Pero nosotros creemos, y estamos convencidos, que en esos niveles de mercado si podemos competir, porque además somos una industria que procesa la producción nacional en base al sector primario de la producción.

¿Qué procesamos en la vestimenta? Básicamente lana, cuero y algodón. El país no tiene algodón pero si tiene abundancia de lana, tiene abundancia de cuero. Sin embargo es materia prima que se está yendo del país; la lana se va sucia, el cuero se va semiprocesado, entonces eso repercute en la producción.

Para discutir estos temas le pedimos una reunión al Presidente de la República, porque para nosotros es sustancial tener en cuenta esta industria, por su fuerte contenido de mano de obra, y además en un sector de la población que es fuertemente castigado por la desocupación, las mujeres. El 85% del gremio son mujeres.

Además es una industria de rápida respuesta, una industria que no necesita grandes inversiones para instalarse, una industria que todavía conserva gran parte de su mano de obra calificada -aunque esta escaseando obviamente-, pero que además procesa la materia prima que produce el país, es una industria clave para generar empleo decente o digno como le gusta decir a los trabajadores.

 

AL – Elbio Fuscaldo, el presidente de la Cámara Industrial de la Vestimenta, que estuvo en Producción Nacional, nos decía que sería bueno reimplantar el COFIS, para tener más competitividad en esta industria. ¿Ustedes estarían de acuerdo con eso?

 

RM – Nosotros estaríamos de acuerdo en cualquier tipo de propuesta concreta, que sea seria y que sea sustentable a la hora de analizar la producción de la industria.

Sobre una base de desregulación, sobre una base del trabajo a fazón que muchas veces es un taller, montado en un garaje, en un altillo, en un sótano, con condiciones de trabajo deplorables, niveles salariales extremadamente bajos y totalmente sin protección social, en esas condiciones no, obviamente, eso es lo que venimos sufriendo, por lo menos, desde la década del 90.

Esa ley que tu decías que ha quedado por el camino, nosotros decimos que no ha quedado por el camino, porque nadie la derogó.

 

AL – La ley de trabajo a domicilio…

 

RM – No está derogada, está vigente. Nosotros fuimos a insistir inclusive en esa reunión con Tabaré Vázquez, en el sentido que el fazón en determinados talleres, con determinadas cantidad de trabajadores, debe ser prohibido, y eso debe ser llevado a cabo por la ley de trabajo a domicilio. Habrá que actualizarla, profundizarla, aggiornarla, pero está vigente.

 

AL – ¿Qué establece esa ley? ¿Cuáles son las protecciones que otorga al trabajador?

 

RM – No solamente al trabajador, sino también al tallerista. Hay una cuestión que se ha trabajado mucho en este sector y es la idea de que el tallerista es el dueño del taller. Eso es mentira, podrá ser el dueño de las máquinas, pero no es el dueño de la producción. Y si no es el dueño de la producción y no tiene donde ni como establecer tarifas, es decir cuánto va a cobrar por su trabajo, sino tiene ese ámbito, sucede lo que viene sucediendo desde hace años.

Hoy aparece una empresa que le da trabajos a fazón a un pequeño taller, le dice que le va a pagar $100, pongamos por ejemplo, pero a los tres meses aparece y dice «Mirá que por las condiciones internacionales no te puedo pagar $100, te puedo pagar $50».

 

AL – ¿Sobre el mismo trabajo?

 

RM – Sobre el mismo trabajo.

Y eso naturalmente lo transmite a los trabajadores, entonces no puede, no le dan los números para formalizar, poner a los trabajadores en planilla, no le dan los números para ajustar los salarios como lo establecen los Consejos de Salarios, y se genera esta cadena, esta bola de nieve, que va creciendo, que es la informalidad.

Nosotros tenemos establecidos, no lo decimos nosotros, nosotros lo dijimos durante años y fue un poco como el grito en el desierto, es decir lo decía solamente el sindicato. Hoy lo está diciendo OPP (Oficina de Planeamiento y Presupuesto) en este programa que se llama PACC (Programa de Competitividad de Conglomerados y Cadenas Productivas).

Ahí se establece claramente que de un total de 20.000 trabajadores, hay 15.000 con problemas de formalización, de diferente tipo y de diferente grado. Así es imposible que una industria prospere.

Tú me decías lo del COFIS, puede haber otras…

 

AL – Lo decía Fuscaldo…

 

RM – Está bien, nosotros estamos dispuestos a analizar cualquiera, siempre y cuando se tenga prioridad a la hora de formalizar el sector.

 

AL – Nos estaban diciendo que hay unos 20 mil trabajadores en este momento trabajando, de los cuales unos 15 mil están en situación de trabajo precario, en virtud de esta situación de subcontratación, de tercerización, de trabajo a fazón en pequeños talleres.

Nos decían que el 85% de los que trabajan en este sector son mujeres. Zoraida Tabares, que trabaja en esta industria, nos estaba contando en la tanda que ella misma, dirigente del sindicato, está en negro en el taller donde trabaja. ¿Cómo es esa situación?

 

ST – Nosotros estamos en la empresa Lubycom, que está abierta hace tres años, ubicada en la calle Maldonado entre Yí y Cuareim. Desde hace un año y medio la empresa se queda con los aportes de los trabajadores, porque a nosotros nos descuentan los aportes en el recibo de sueldo, pero no tenemos los aportes volcados a Banco de Previsión Social (BPS).

 

AL – ¿Es una situación que amerita un juicio penal?

 

ST

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