El Programa de Microfinanzas para el Desarrollo Productivo, que funciona en el marco de la OPP, no dará microcréditos, sino que fortalecerá las instituciones que lo hacen.
Enrique Baráibar, coordinador Programa de Microfinanzas de OPP
El objetivo es lograr que pequeños empresarios puedan desarrollar su negocio y tener ingresos, y activar los capitales actualmente depositados en actividades no productivas.
Entrevista emitida el jueves 03/07/2008 en Producción Nacional – 1410 AM LIBRE
Alejandro Landoni – Los especialistas internacionales ven en el microcrédito una posibilidad cierta de crear empleo y también de mejorar la calidad de vida de las personas. Tras casi tres años de trabajo el gobierno uruguayo puso a funcionar el Primer Programa de Nivel Nacional dirigido al desarrollo de un mercado sostenible de microfinanzas.
Este plan que está funcionando en la órbita de la Dirección de Proyectos de Desarrollo (DIPRODE) dentro de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), incluye al microcrédito en la estrategia de desarrollo de país, denominado “Uruguay Productivo”.
Hoy iniciamos un ciclo a propósito de microcrédito, donde vamos a estar enfocando distintos aspectos de este programa que se pone en funcionamiento. Es un gusto darle la bienvenida al ingeniero agrónomo Enrique Baraibar, que es el coordinador del Programa de Microfinanzas para el Desarrollo Productivo. El ingeniero Baraibar es licenciado en Dirección de Empresas, y también tiene varias especializaciones financieras y bancarias.
¿A qué le llamamos microcrédito aquí en Uruguay?
Enrique Baraibar – En Uruguay el microcrédito tiene varias versiones, según quién lo promueva, quién lo ejecute, o quien lo financie, como es el caso de instituciones de segundo piso financieras que a su vez abren líneas de crédito.
Básicamente lo que el Programa en la órbita de la Presidencia de la República y de la OPP está promoviendo, es que el microcrédito es el crédito adecuado al microempresario, la pequeña empresa, o el pequeño emprendedor. El relacionamiento de “micro” con crédito de monto bajo no sería en primera instancia lo que el Programa define como microcrédito.
AL – ¿O sea que no sería el monto bajo?
EB – No. Básicamente es el crédito que se adecúe al microemprendimiento. En las versiones formales o informales —estamos hablando de emprendedores informales o microempresarios formales— pero que se les dificulta el acceso al crédito.
Esa adecuación que tiene que tener el crédito a los pequeños emprendimientos o a las pequeñas empresas es a lo que nosotros llamamos el microcrédito y en el caso del Programa productivo o de servicio, no de consumo. No para comprar cosas que se gastan en la vida diaria, lo que son las actividades domésticas, sino todos aquellos gastos de giro, de inversiones para la producción o para dar un servicio, es decir, todo aquello que agregue valor.
AL – ¿Qué objetivos tienen? ¿Por qué es importante tener este Programa Nacional de microfinanzas? El término “nacional” ya implica un montón de cosas.
EB – Lo que este gobierno está buscando, es primero, tener un instrumento más a la política del “Uruguay Productivo”, en este caso el instrumento es financiero, en sus diferentes versiones; no solamente con el microcrédito sino todos aquellos instrumentos o servicios financieros que también adecúen a las necesidades de la demanda del microempresario o del emprendedor nuevo o pequeño.
Es todo aquello que genere valor por el lado de la microempresa o el microemprendimiento esté o no asociado, debería ser merecedor de las mismas oportunidades financieras que la empresa grande o que el consumidor, que tiene un crédito ágil en todo el país. Ustedes lo verán en tarjetas de crédito, Financieras y todo tipo de crédito de proveedores de comercio, tiene un crédito ágil.
Aquí hay una “franja al medio” -que es lo que promueve este gobierno- que es para aquellos que no acceden a la banca regulada por el Banco Central por cuestiones de requisitos de garantía, o que acceden al financiamiento pero en las condiciones de consumo, es decir, con tasas más altas y condiciones de pago mensual; en fin, cuestiones que muchas veces no se adecúan a la actividad productiva.
AL – Muchas personas quieren tener una actividad productiva nueva y se endeudan por ejemplo con las tarjetas de crédito, o llaman a un crédito al consumo y luego tienen tasas de interés muy importantes y se les hace muy “cuesta arriba”.
EB – Claro. No solamente por el costo, sino por la modalidad. Es decir, se le da un financiamiento pequeño porque va en relación a un ingreso futuro —que es su sueldo—, no su actividad de ingreso futuro por una empresa. Entonces, por ahí tenemos un problema.
En segundo lugar no respeta zafralidades, ya que son cuotas mensuales, sea cual sea el proyecto de la empresa, son cuotas mensuales, por lo tanto corre ese riesgo.
AL – ¿En qué consiste este Programa de Microfinanzas para el Desarrollo Productivo?
EB – El gobierno ha decidido tomar un financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) del entorno de los U$S8.900.000, más un aporte de Rentas Generales que hace el gobierno para este Programa de unos U$S2.000.000 aproximadamente.
AL – ¿O sea que se están volcando U$S10.000.000 a microfinanzas? Son cifras muy importantes.
EB – Es importante, primero porque no se vuelca el crédito directo. Este Programa no da crédito, sí promueve una institucionalidad nueva o más comprometida.
Ya hay gente que está trabajando en este tema pero en volúmenes pequeños, pero es que esta institucionalidad “de oferta de dinero” se comprometa con este segmento. Para eso el Programa ese dinero lo tiene dividido en componentes de actividad, que van desde la regulación de este mercado nuevo, los servicios financieros, el apoyo de esos servicios financieros, los servicios complementarios al financiamiento, y por lo tanto realizamos fortalecimiento para que todas las instituciones digan: “yo estoy en este mercado, quiero estar y quiero sostenerme en él”, es decir, estar más que el tiempo de este Programa. También que tenga algunas inversiones sobre todo en tecnología, en capacitación, que les permita permanecer durante el tiempo siendo rentables lo máximo posible.
AL – Usted dijo: “Nosotros no le damos el crédito directamente a la gente”. Ustedes le dan estos U$S10.000.000 al servicio de instituciones que están especializadas en este tipo de tecnología de crédito.
EB – Exactamente. Si no lo están, como es la mayoría —hay algunas que lo están, ONGs como IPRU (Instituto de Promoción Económico Social del Uruguay) y Fundasol, y algunas Cooperativas de Crédito como: Acac, Fucac, Cosac; algunas que están trabajando incipientemente, que necesitan fortalecimiento para ganar más tecnología y ser más eficientes, lograr más volúmenes de microcrédito suficiente para ser autosostenible y no necesitar de los incentivos de un Programa como este.
Este Programa hoy es necesario porque da incentivos para adquirir o contratar tecnologías, estudios, capacitación, asistencia técnica, todo lo que haga que entren a ese mercado las Financieras, también incluye a los bancos regulados y luego argumentaremos de la banca regulada, pero lo que quiere este Programa es incentivar a que compren o contraten servicios o estudios, o tecnología que los haga sostenibles y vuelquen los dineros que tienen, tanto propios como de líneas ajenas, a este mercado de las microfinanzas, pero de una forma adecuada a tasas razonables y que respeten las necesidades del microempresario.
Así, que este Programa lo que hace es inducir —con este financiamiento—, a que aparezcan los “dineros verdaderos” que tiene este país, para que la liquidez verdadera de este país sea distribuida y destinada a este mercado de microempresas.
AL – Me llama la atención que ustedes ponen el término “nacional”, y justamente en la terminología de las microfinanzas el concepto de “territorio” es bien interesante. ¿Ustedes piensan llegar a todo el país?
EB – Correcto. El término “nacional” se refiere primero al tema territorial: que todos los habitantes del territorio tengan las mismas oportunidades. En este caso la estrategia del Programa es a través de los servicios financieros y sus instituciones, para que puedan acordar con las instituciones del territorio: Intendencias Municipales, organizaciones de comerciantes, Cooperativas de Producción, que todos puedan coordinar para hacer posible la llegada del financiamiento a las microempresas.
Esta es una modalidad del Programa, porque otra modalidad, que en otros países se ha visto y que aquí se intentó hacer en varias oportunidades es dar crédito; Programas de Crédito. El Programa de Crédito en sí mismo no sostiene las microfinanzas pensadas como todos los servicios financieros: créditos, ahorros, transacciones, tarjetas de crédito, etc. Microfinanzas para nosotros son todos los servicios al alcance de los “micro”. Para que estén al alcance no sólo tiene que estar la gama de productos, sino los canales de distribución: cómo llegan a todos los departamentos del Uruguay.
El Programa trabaja sobre la institucionalidad, en el caso financiero; financiera, pero luego hemos definido Entidades Identificadoras a nivel nacional, en el caso de los departamentos son las Intendencias Municipales, las Oficinas de Desarrollo, y también a nivel nacional pueden ser: Ministerios, cualquier tipo de organismos. Nosotros ya hemos llamado a Registro Entidades Identificadoras -y yo creo que están todas las entidades del país por suerte-, que todas pueden ser ejecutoras de este Programa en la medida en que entiendan y tengan propuestas de socios o microempresarios ligados a esas organizaciones.
La modalidad nuestra no ha sido sólo fortalecer las Entidades Financieras, porque provocaríamos sí un “golpe de microcrédito” en todo el país, pero seguiríamos estando sólo apostando a una parte de este tema que son las Financieras. También están los que representan a la demanda que necesita las finanzas y están todas las organizaciones de microempresarios que también tienen que ordenar esa demanda y adecuarse a una oferta financiera. ¿Quién hace el nexo?
Entre ellos también se pueden juntar, Uruguay es chico y los canales de comunicación son buenos; pero además a nivel local la información y el asesoramiento va a fluir más rápido a través de esto que hemos llamado Entidades Identificadoras de Propuestas Microempresariales para las Finanzas.
AL – Usted dice: “Las entidades que entiendan lo que es el microcrédito”. El microcrédito es algo muy particular y muy distinto al crédito de un Banco, justamente está pensado para ellos.
Me gusta contar aquí en “Producción Nacional” que la microfinanza o el microcrédito es un término acuñado por un economista bengalí llamado Muhammad Yunus que creó el “Banco de los Pobres”, prestando pequeñísimas cantidades de dinero -al principio de su propio bolsillo- a los artesanos. Creo que la primera fue una señora artesana en caña de bambú y le daba el capital de giro para que la señora pudiera comprar el bambú para que el día siguiente pudiera hacer sus artesanías, venderlas y poder seguir comprando el bambú para seguir trabajando.
Estos préstamos son sin garantías, porque el microempresario no tiene una garantía como para presentar en un Banco, lo que tiene es su posibilidad de trabajo y eso genera una tecnología “especial”.
¿Podría contarnos lo que implica un crédito de este tipo?
EB – La filosofía del microcrédito implica un sacrificio diferente a lo que es dar un crédito o de consumo o para empresas, implica salir a conocer el riesgo de ese “micro”, conocerlo y conocer a su familia, comprometerse con su proyecto y de esa manera decidir sobre otorgarle o no un préstamo.
Eso es diferente porque es casi como otorgarle un capital de riesgo que se asume junto al microempresario. Esa metodología en Uruguay tiene que ser adaptada. En Uruguay tenemos una institucionalidad interesante. Este Programa no sólo va para los informales sino para todos los formales que no acceden porque se les piden garantías que no tienen; pero eso es regulación bancaria, por lo tanto el Banco lo puede entender pero lo tiene que pedir igual.
Segundo, se les piden muchos requisitos. Muchos de ellos no tienen absolutamente nada que ver con la propuesta del Proyecto, ese microempresario no tiene nada que ver con el riesgo, simplemente es que se ha dispuesto: cuestiones tributarias, DGI, BPS ahora el Certificado Único Departamental. Cuestiones que ayudan a la tributación o al control tributario, pero que hacen poco al riesgo o no de ese Proyecto. En la mayoría de los casos es que la garantía y los requisitos se sustituyen con el conocimiento del microempresario.
En este caso, es totalmente al revés. Se prioriza conocer al microempresario, su proyecto y además salir del mostrador e ir a visitarlo, tener experiencia en saber quién es, cómo tratarlo, etc. Es decir, que es una especie de vendedor combinado con profesional, combinado con Asistente Social o Sicólogo porque allí hay casos complicados que van desde la pobreza hasta complicados por incapacidad de poder hacer papeles para un Banco.
AL – A nosotros nos decía la gente de Fundasol que ese Oficial de Cuenta, esa persona que va al barrio, habla con los proveedores y que tiene un “ojo entrenado” para saber cuantificar la actividad productiva y cuánto le puede dar a ese señor, oficia muchas veces como Asesor en el tema de la capacitación. Cuando uno va y pide un crédito al consumo porque tiene la idea de un negocio, y en realidad capaz que uno no tiene una buena idea, y es una idea condenada al fracaso.
Este Oficial de Cuenta sirve porque uno le tiene que plantear la idea que tiene y el otro le devuelve su diagnóstico. ¿Hay que salir a entrenar gente?
EB – Sí. El Programa tiene como uno de sus cometidos que ya está en obra, es entrenar gente. Pero lo primero que hay que entrenar es la cultura de este tema, que es un tema más que técnico. Porque no cualquiera va a recorrer los barrios “complicados” con gente necesitada, y no cualquiera “barre” los comercios u ofrece los productos; hay que tener capacidad para salir, hay que “sudar”. Aquí los Oficiales de Crédito, Asesores de Crédito, Oficiales de Cuenta (tienen muchos nombres), son gente que sale.
Pero tienen un doble cometido: dar un servicio al que demanda, pero también cuidar su empresa financiera, y ahí está el sano equilibrio de alguien que tiene que tener cultura de servicio a los demás pero que también tiene que tener grado de profesionalidad para cuidar que esa herramienta financiera no caiga porque “se pasó de rosca en la cultura asistencial”.
Eso hoy lo estamos viendo con instituciones del país, que hay muy pocas, son dos: el Instituto de Desarrollo Cooperativo y la empresa Ibitech que está ligada a Fundasol; las dos son los mejores “dadores” de servicios de capacitación en microfinanzas.
A su vez estamos viendo ayuda externa en gente que conocemos, hay países como Bolivia, Perú, Paraguay, que se han dedicado también al tener una población diferente a la nuestra, con niveles de pobreza más grandes, han hecho experiencias muy buenas y que nos podrían transmitir algunas cosas muy interesantes.
Yo le diría: en la parte cultural es el máximo de capacitación, en la parte tecnológica la capacitación no es ahí complicada, no hay “mística”, en Internet, en una transferencia de datos, en una tabla de análisis de riesgos no hay mucho misterio. Sí hay que aplicarlo y aplicarlo bien. Ahí hay capacitación para eso, pero sobre todo la capacitación está en la cultura de decir: “Yo institución y yo persona voy a este mercado porque quiero intervenirlo, dar un servicio a la comunidad, y también a mi empresa que quiere también ser sostenible.
Los U$S10.000.000 son para incentivar que esto suceda y yo le puedo asegurar que el dinero fluye, el dinero está. Hay miles de millones de dólares en este país, algunos afuera otros adentro, puestos en temas no productivos que seguramente, cuando haya instituciones serias como hay ahora que se van a fortalecer diciendo: “esto es un mercado sostenible, que es rentable lo justo para dar un buen servicio”, le aseguro que el dinero fluye.
AL – ¿La intención que ustedes tienen es que dentro de unos meses o de unos años haya llamados de instituciones varias diciendo a los ahorristas: “pongan dinero en esto que es sostenible y es una buena inversión”?
EB – Sí. Queremos que en Uruguay, donde hay un mercado acotado pero suficiente, que está estimado en unos 200.000 empresarios de los cuales 120.000 o 100.000 son formales y el resto informales, sobre esa masa de gente un alto porcentaje necesita un crédito adecuado, necesita transferir dinero adecuadamente, necesita un instrumento de pequeños ahorros o de seguros.
Todo eso es lo que el Programa promueve a través de las instituciones especializadas de este país, que son varias y son muy buenas, pero en este tema específico necesitan capacitarse y el Programa se los facilita. Desde el Banco República, que ha pagado una consultoría hecha por DIPRODE y el Programa, decide hacer una nueva empresa de microfinanzas llamada “República Microfinanzas SA”, hasta las Cooperativas de Crédito pequeñas de todo el país.
Si algo hizo este Programa fue poner el tema arriba de la mesa, se generó una sana competencia institucional por estar en este tema y ser los mejores, cosa que es un logro del Programa.
AL – ¿Hasta cuándo va este Programa?
EB – Este Programa tiene un cronograma de ejecución de aquí a dos años más, donde se supone que se gasta el dinero y después se medirán los logros, se evaluará. De todos modos les decimos que hoy, ya solamente con el Banco República, tomando esta decisión en el mercado uruguayo….
Es un viejo reclamo que tiene todo el Uruguay que el Banco de Desarrollo se pusiera a trabajar en ambientes donde tienen dificultad de acceso, bueno, el Banco toma una decisión importante para este Programa porque realmente incide en el mercado y también porque al resto de los actores les pone una referencia y les pone un objetivo claro de competencia por este mercado. Ahí tenemos, como grandes núcleos, a las Cooperativas de Ahorro y Crédito nucleadas en la Cámara CUCACC, luego tenemos algunas Cooperativas como Fucac, Fucerep, Acac, que están en la Cámara pero están haciendo sus planes propios, después tenemos ONGs como IPRU y Fundasol, ANDA. En fin, todas las instituciones están trabajando con el Programa, algunos en un grado de avance muy grande como vimos en el trigo y el maíz, ya dando créditos, otros pronto.
De vuelta se cubre a nivel nacional por el país, nivel nacional por todos los sectores nacionales y ningún sector de actividad está prohibido. Después tiene el contexto urbano, es un Programa que está abierto.
El éxito de este Programa depende de las instituciones que participan. El éxito nuestro es que las instituciones logren una cultura de ser sostenibles en esto y por fin quien tenga un emprendimiento, tenga una gran oportunidad, y si tiene un crédito mucho mejor.
AL – El microcrédito es una tecnología cara, ese Oficial de Cuenta tiene que abandonar el escritorio y trasladarse a “campo”, ir al barrio, ir al lugar donde la persona trabaja. Casi siempre el microcrédito no tiene tasa de ganancia.
¿Es atractivo para un ahorrista, para un inversor, para alguien poner plata en esto?
EB – Va a ser atractivo en la medida que cuente con dos cosas: una rentabilidad mínima que cualquier inversor va a pedir, pero también el destino.
Nosotros tenemos inversores especuladores que seguramente vayan a los bonos, o a los papeles, o las inversiones de alta rentabilidad, y después tenemos una inversión “de confianza”, donde uno prefiere una menor renta pero mayor seguridad.
En este caso esto es un “movimiento nacional”, va a tener respaldo nacional que incluye al Estado. ¿Quién no habría de invertir en algo donde esté el Banco República o donde estén todas las Cooperativas de Crédito? Y ahí vamos a ver que no solamente es invertir en microcréditos sino en todos los productos: tarjetas de crédito, etc.
Para que eso se empiece a mover, para que haya ahorristas, primero se tiene que evaluar y demostrar que esto es rentabilidad pero con responsabilidad social, por lo tanto no es para cualquier inversor, y lo segundo es que tanto en el mercado de valores como otros instrumentos tienen que aparecer para que el ahorrista tenga canales dónde invertir su dinero.
En esto también estamos, se está haciendo un Observatorio de la oferta financiera, eso lo estamos viendo este año, con alguien que lo haya hecho en otro país, dónde tiene que estar, qué alcance tiene que tener. Va a haber una Central de Riesgos donde va a estar toda la información de los créditos en este segmento para que no se repitan financiamientos y que el mercado esté transparentado y por último un portal.
Ese es como el núcleo básico para que si esto funciona y hay instituciones comprometidas y consolidando volúmenes de Cartera, y empresarios creciendo en calidad de vida y en ingresos, le aseguro que va a haber inversores. En definitiva, ya los hay. El Banco Interamericano invirtió U$S8.000.000 en esto, el gobierno también porque tomó una deuda del Banco, no vayan a pensar que esto es gratis. Los dos confían en esto y ahora muchas instituciones confían.
Ahora para llegar al público, estos inversores e instituciones tienen que demostrar que esto es sostenible, por eso al final de este Programa viene el fortalecimiento institucional.
AL – ¿Cuál imagina usted que va a ser el impacto para el país? Abrimos este programa y este ciclo diciendo que las microfinanzas, el microcrédito, es un gran generador de empleo y de distribución de la riqueza.
EB – Nosotros lo estamos viendo como aproximaciones sucesivas. En la medida en que empiecen a ser miles de tomadores de crédito, que hoy ya lo estamos viendo, en el consumo o dando “terribles peleas” para llegar a la Banca regular.
En la medida que este movimiento de microfinanzas logre encauzarse junto con el resto de las finanzas, que son tan lícitas como estas finanzas de empresas, finanzas de consumo; estos 200.000 posibles utilizadores de esta nueva modalidad van a generar lo que se llama el “Movimiento Económico del País”. Va a fluir dinero a través del financiamiento —en el caso de los segundos pisos, hoy CND es uno de los actores de segundo piso que le da línea a estas ONGs y a estas Financieras, a través de los mismos fondos que tienen las Financieras, a través de mercados de capitales o inversiones que se puedan generar- que por sobre todo estas cosas hacen que el dinero se otorgue en Uruguay y quede en Uruguay.
Eso se multiplica varias veces a nivel local y a nivel nacional. Por lo tanto imagine si en un tiempo el 50% de los 200.000 puede acceder a un micropréstamo de U$S2.000 o U$S3.000 estamos hablando de muchísimo dinero nuevo que está fomentando la producción y los servicios en Uruguay.
El efecto multiplicador es grande, hoy medirlo sería un trabajo un poco más complicado, pero sí sabemos que ahí hay un mercado potencial, 100.000 proyectos que requieren dinero, ese dinero siendo nuevo o mejor distribuido es capital que sale, se activa, deja de ser inmóvil y va a actividades productivas.