«Trabajar y concientizar sobre que Uruguay necesita emprendedores»

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«Fábrica de Ilusiones», un concurso organizado por la Cámara de Industrias entre escolares de todo el país.

Los alumnos de 5° año de la escuela pública N° 262 en Salinas Norte, están realizando tejidos reciclando bolsas de nylon de supermercados. Este proyecto se denomina “La chismosa”, y consiste en una experiencia de educación ambiental a través de la cual los niños recolectan las bolsas de polietileno de los supermercados, las recortan para hacer tiras de un par de centímetros de ancho y las estiran formando un ovillo, con el cual tejen como si fuera lana.

Tejen de todo; bolsas chismosas para hacer los mandados, materas, carteras, porta celulares y muchos otros productos que podrán ver haciendo click aquí.

Para tejer como si fuese lana, utilizan agujas de tejer, telares, hacen crochet, combinan colores, elaboran productos fantásticos – donde también se aprecia el trabajo de sus madres y abuelas que les enseñan – y cuando tienen la pieza terminada a veces les agregan algunos accesorios como por ejemplo: manijas a las carteras, botones o tela.

Esta idea fue una de las tres ganadoras del concurso nacional “Fábrica de Ilusiones” que organizó el año pasado la Cámara de Industrias. El concurso “Fábrica de Ilusiones” fue la culminación de una serie de actividades del libro escolar “Trabajo Uruguayo” que la Cámara de Industrias repartió a todos los niños de 5° año de todas las escuelas del país.

No pudimos contar con la maestra Leticia Belén, la encargada de llevar adelante este proyecto en la escuela de Salinas Norte y que hizo un trabajo formidable, pero Carlos Barreira, vicepresidente de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas de la Cámara de Industrias y responsable institucional de la campaña “Trabajo Uruguayo”, y Miguel Vilariño, el gerente general de la Cámara de Industrias e integrante del jurado del concurso “Fábrica de Ilusiones”, explicaron cuáles fueron los objetivos del concurso y a qué resultados llegaron.

En total se presentaron unos 150 proyectos provenientes de 90 escuelas públicas y privadas de todo el país, y participaron más de 2.200 niños.

 

Alejandro Landoni – ¿Podrían explicarnos en qué consiste este concurso nacional?

Carlos Barreira – Está enmarcado dentro de lo que la Cámara de Industrias llama “Trabajo Uruguayo”. La Cámara de Industrias en sus 100 años siempre apoyó al trabajo uruguayo y a la defensa de los productos nacionales. “Trabajo Uruguayo” sustituye a la anterior campaña que era “Importa Uruguay”, una ironía que en algunos aspectos no quedaba muy clara.

Este nuevo enfoque de la campaña se basa en que se logró firmar un acuerdo con ANEP y esto le permitió a la Cámara entrar a trabajar con un libro que se reparte a los niños de 5° año de primaria de las escuelas públicas y privadas de todo el país. Se hizo la primera entrega el año pasado y fue un éxito. Como usted decía, se llegaron a los 150 proyectos.

Una vez que se reparten los libros, – la maestra también tiene su libro que es el manual -, ese libro consta de nueve actividades y apunta a que los niños que tienen 11 años empiecen a tener conciencia. a saber lo qué es una cadena productiva, lo qué es un producto fabricado en su barrio, en su país, que hoy no lo tiene. Para mí no hay maldad, lo que hay a veces es un poco de falta de información o un poco de ignorancia.

A.L. – ¿En qué no hay maldad?

C.B. – No hay maldad en el hecho de que no nos damos cuenta el poder que tiene cuando compramos un producto, y compramos a veces con cero información y compramos lo primero que aparece. En realidad, el poder que tenemos cuando compramos es muy fuerte. No se sabe qué hay detrás de un alfajor, de una pintura, de un lácteo. Atrás de eso hay toda una cadena productiva.

Miguel Vilariño – Ese fue uno de los operativos principales de la campaña. Atrás de cada producto nacional hay cientos de uruguayos trabajando y eso es lo que queremos destacar. Hay cantidad de trabajo detrás cuando en nuestra inconsciente acción de compra, terminamos consumiendo un producto nacional.

También creemos que hay ciertas actividades que están relacionadas con el emprendedurismo, con el hecho de ser empresario y que en el Uruguay no están pasando por un buen momento. No es atractivo en general emprender y nosotros pretendemos que con este pequeño grano de arena que estamos introduciendo en la currícula de los niños de 5° año de escuela, se pueda tomar esto como un elemento motivador.

En el ejemplo de la escuela de Salinas, ellos lo emprendieron como una empresa e incluso si analizamos el paquete general de todos los trabajos presentados, allí se venían fundamentos de emprendedurismo inconsciente compartido entre niños y maestras que fueron conmovedores.

Tuvimos que elegir tres pero en realidad, teníamos que haber elegido muchos más. El concurso marcaba que teníamos que elegir a los tres mejores y elegimos a los que nos parecieron a quienes conformábamos el jurado del concurso “Fábrica de Ilusiones” que eran los más relevantes desde todo punto de vista, porque tenían un involucramiento no sólo de los niños sino también, como usted bien dijo, de sus familias, del barrio, del entorno. Tenían un mensaje atrás que impactaba muy fuerte hacia el reciclado y en relación a eso también en la Cámara de Industrias tenemos un compromiso muy fuerte con el tema de los residuos, con plan de gestión de envases y de los residuos sólidos industriales.

Nos pareció que encerraban unos conceptos que eran interesantes seguir promoviendo.

A.L. – Este concurso nacional tuvo tres primeros premios: la escuela de Batlle y Ordóñez, la escuela N° 4 en Lavalleja, la escuela Italia que es la N° 10 de Salto y la escuela de Salinas Norte N° 262 en Canelones que es en la cual se centra el programa de Producción Nacional – Una mirada al medio ambiente, que se emitió en TV Ciudad.

Allí se puede ver un trabajo maravilloso de un grupo de niños que el año pasado estaban en 5° año y que están acompañados de sus madres, abuelas, padres y es una gran comunidad trabajando para primero captar las bolsas de polietileno, para recortarlas y hacer ovillos utilizando incluso en algunos casos aparatos artesanales de una bisabuela, en la técnica del tejido que sus abuelas y madres las transmitieron a los niños.

La maestra Leticia Belén nos contaba que ella no sabía tejer y que allí aprendió tejiendo con estos “hilos de nylon” y en la confección de productos, para lo cual a veces integraron, por idea de los niños, a las computadoras del Plan Ceibal, para poder hacer una investigación a propósito del daño al medio ambiente que significa no reciclar este tipo de plástico. O sea, que estos chiquilines lograron hacer una idea bien completa.

El nombre del proyecto “Fábrica de Ilusiones” es bien ilustrativo.

M.V. – Sin duda, porque detrás de todo esto está la ilusión del niño, y a dónde puede llegar esa ilusión es infinita. ¿Dónde puede llegar esa creatividad? Es infinita.

Las pruebas la tuvimos en otros emprendimientos que iniciaron otros niños de otros lugares del país. Me gustaría destacar uno que no podrán ver en el programa de esta noche y que es el de Artigas, que también tiene que ver con el reciclaje de las botellas de PET de dos litros. Ellos tenían el conocimiento de que en el barrio existía una comparsa y que en el conjunto había que agregarles plumas a las bailarinas y se trataba de plumas naturales.

C.B. – Mataban avestruces.

M.V. – Y a los niños se les ocurrió, con la colaboración de la maestra, desplegar el plástico de la botella de dos litros (que es la que no tiene tanto diseño) y a partir de ellas hicieron plumas para que se usaran con ese fin. Las pintaron con una pintura especial de spray de colores. Nos trajeron una para que la viéramos como muestra del concurso y luego trajeron una corona hecha con todas esas plumas. ¡Realmente impresionante!

A.L. – ¿Y las usaron?

M.V. – Si. Las iban a usar en el carnaval pasado.

C.B. – Son los niños de la comparsa de Artigas, del carnaval de Artigas.

A.L. – La campaña “Trabajo Uruguayo” era incluso más ambiciosa que el concurso “Fábrica de Ilusiones”. ¿En qué consistió la campaña?

C.B. – La campaña no fue sólo la impresión del libro. Se repartieron 57.000 libros, un libro por niño, más 3.500 libros para las maestras de 5° año de primaria.

Esto había empezado hace unos cuantos años cuando se comenzaron a hacer actividades en la Rural del Prado. Es parte de una cantidad de actividades en defensa del trabajo uruguayo.

M.V. – Más que en defensa, en promoción del trabajo uruguayo. Con la campaña buscábamos la identificación de los productos nacionales a través de un logo, para que la gente a la hora de elegir, opte por el producto que tiene trabajo uruguayo.

C.B. – Que el logotipo de “Trabajo Uruguayo” que está en muchísimos envases sea una diferencia.

Esa campaña está vigente. Si vamos a las góndolas vemos que hay logotipos de la marca “Trabajo Uruguayo”.

A.L. – Es el logo representado con un sol inserto en un círculo. La mitad superior es amarillo maíz y la de abajo es azul y tiene las letras “Trabajo Uruguayo”.

C.B. – Para que no haya ninguna duda de lo que estamos hablando. Pero esto es mucho más ambicioso.

Tenemos que empezar a trabajar y a concientizar sobre que el Uruguay necesita emprendedores. No todos podemos ser empleados públicos. Debemos tener el sueño de crear una empresa por chica que sea. Tenemos que tener el sueño y asumir el riesgo de decir: “Voy a sacar un crédito para hacer tal producto”.

Eso se ha perdido o por lo menos, no es una actitud que encontremos continuamente. El Uruguay necesita emprendedores para que den trabajo. ¿Qué da trabajo? La industria da trabajo genuino. En definitiva, estamos buscando levantar el nivel de vida salarial de la gente, pero sin trabajo es imposible, y no hay trabajo si no hay emprendedores.

Es un círculo que se retroalimenta y la Cámara está convencida que trabajando, concientizando en primaria, podemos tener dentro de ocho o diez años generaciones que sepan lo qué es el trabajo uruguayo, lo qué es una cadena productiva. Dentro del libro que le entregamos a los niños de 5° año se definen cuatro cadenas productivas que se despliegan en una hoja.

M.V. – Esta fue la primera edición del libro.

A.L. – Barreira habló de ocho o diez años. Entonces, la idea es seguirlo no sólo este año sino también tratar de mantenerlo en el tiempo quizás durante una década.

C.B. – Estos son temas culturales profundos… la única manera es seguirlo durante ocho o diez años para que el que está hoy en primaria y llegue a estar casado y tenga poder de decisión en su casa y digite sus compras, entonces ahí sepa de lo qué se está hablando.

A.L. – Los niños digitan bastante las compras también.

C.B. – Sí, pero no la digitan sabiendo lo que es una cadena productiva.

M.V. – Entendiéndola. Porque por ejemplo Barreira pone siempre el ejemplo del alfajor… detrás del alfajor hay mucha más gente de la que hace exclusivamente el alfajor. Está hasta el que hace el envase, el que hace la caja. Hay mucho más trabajo que el que hace exclusivamente el alfajor. Es importante concebir a ese producto como generador de trabajo en nuestro entorno, en nuestro país.

Por eso una de las actividades que propone el libro y que me parece que es muy destacable, una de las que pretendíamos que tuviera más impacto, es el hecho de que los niños en cada rincón que estén, puedan salir a buscar qué industria hay en su entorno para conocerla, para que hablen con ese pequeño o gran industrial que les puede mostrar y hacer ver todos los eslabones de esa cadena “en vivo”, porque una cosa es contarlo y otra cosa es verlo.

De esta manera creemos que en la medida de las posibilidades en los rincones remotos a los cuales ha llegado el libro, muchos niños han podido visitar empresas industriales. Eso ya es un escalón enorme que hemos subido entre lo que pasaba hace dos años y lo que está pasando ahora.

A.L. – ¿Esto se hace a costo de la Cámara de Industrias?

M.V. – A costo de empresas que auspiciaron para que esto pudiera salir adelante y del apoyo muy importante del Laboratorio Tecnológico del Uruguay que también colaboró con esta primera edición. Ahora estamos en la búsqueda de los que puedan ayudar a sacar la segunda edición ya que es un emprendimiento que cuesta unos cuantos pesos y la Cámara es una organización sin fines de lucro que tiene necesariamente que salir a buscar quien financie.

C.B. – Un tema importante que aún no dijimos es que no estamos contra lo importado.

A.L. – Hay que apoyar lo nacional, pero ¿apoyarlo aún cuando los productos importados sea más baratos o mejores?

C.B. – No estamos contra lo importado y eso es categórico. Aparte Uruguay está obligado a exportar y si quiere exportar va a tener que abrirse al mundo, como está abierto. Esta campaña apunta a que se tome conciencia. Termina mandando el bolsillo en todo el mundo, pero no por ser importado es mejor o más barato. Hay que buscar.

M.V. – Ni por ser nacionales, los productos son peores. Eso es lo que queremos trabajar en conjunto con las maestras, los niños y con todos los que han contribuido con esta campaña. Lo importado no es malo, lo nacional no es lo peor y ninguna de las dos cosas son contrapuestas.

A.L. – En el Mundial de fútbol se vio que algunas marcas se asociaron mucho a la imagen de la selección uruguaya o al color celeste, entre ellas había muchas empresas nacionales y muchas que no lo son y que buscaban esa asociación con lo nacional.

C.B. – También hay muchas empresas multinacionales que dan miles de puestos de trabajo al Uruguay. Acá la cuestión no pasa por ser multinacional o por ser extranjera… no pasa por ahí.

M.V. – Pasa por producir en el Uruguay.

C.B. – Y si viene una trasnacional de cualquier origen y da 500 puestos de trabajo, que vengan todas las que quieran.

A.L. – Me refería a lo que decía Vilariño. Hay empresas que no producen en Uruguay y que importan los productos terminados y que están buscando asociarse a lo nacional.

M.V. – En ese caso no podrían usar el logo de “Trabajo Uruguayo” que es el que queremos identificar.

No es lo mismo una multinacional que viene e invierte en el país, ya sea comprando empresas o invirtiendo por sí misma y dándole trabajo a 500 o 600 personas, que las hay y usan el logo de “Trabajo Uruguayo”, porque es una empresa que desarrolla sus actividades industriales en el Uruguay, a una empresa que es importadora y solamente lo distribuye. Esa empresa no podría usar el logo de “Trabajo Uruguayo” en el Uruguay.

C.B. – Cuando vamos a ejercer el acto de la compra y en el cual todavía no nos damos cuenta del poder que tenemos cuando vamos a comprar, vemos el origen y si dominamos lo qué es una cadena productiva y lo qué hay detrás de un producto…

M.V. – Podemos optar.

C.B. – Puede decidir si compra o no, pero tiene ese momento de decisión de lo qué comprar sabiendo lo qué está haciendo. Después, va a comprar lo que tenga ganas y lo que su bolsillo pueda. Ese es otro tema. No estamos diciendo que está bien o que está mal.

M.V. – Por eso les decía al principio que esto no es una campaña “en defensa”, sino de promoción. Queremos promocionar el producto nacional porque es el fin que nos obliga por estar en la Cámara de Industrias del Uruguay y por tener que defender o promocionar valores positivos de lo que hay alrededor de lo qué es el sector productivo uruguayo. Lo que genera la industria en el Uruguay.

Estamos convencidos que ese rol o esta actividad contribuye con el rol que tenemos que desempeñar como promotores de la industria.

Quiero destacar el apoyo de ANEP a esta iniciativa ya que sin eso hubiera sido imposible desarrollarlo, y el apoyo de las maestras que fueron quienes hicieron que esos 150 trabajos pudieran ser presentados. Sin ellas, no hubiéramos podido tener este gran inicio que tuvo esta campaña con esos 2.200 niños trabajando en pos de este objetivo.

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